No es noticia nueva que Vizcarra sea un corrupto. Lo nuevo es que ahora, con todo su descaro, está usando el gobierno regional de Moquegua como su base de operaciones políticas.

Según denunció el Frente Anticorrupción, la gobernadora Gilia Gutiérrez —una de sus aliadas— le entregó el aparato del GORE para llenar de operadores de su partido Perú Primero. Pagan asesores que no existen. Reparten puestos a los de siempre.

Y mientras tanto, la prensa lo blanquea como “centro”, como “moderado”, cuando en realidad es el cabecilla de la mafia caviar más grande que ha tenido este país.

Lo vimos con Odebrecht, lo vimos con las vacunas VIP, lo vimos durante la pandemia. Vizcarra no es un político, es un operador mafioso que aún tiene a Gorriti y al Poder Judicial cuidándole las espaldas.

El Perú no puede seguir manteniendo siquiera planes de volver a tenerlo como candidato, pues es el representante número 1 de lo que el país ni quiere ni necesita. 

Más del 90% de los peruanos reclama un cambio profundo, un Cambio de Ciclo y sabemos que Vizcarra no es el candidato de la gente, es el candidato de las redes de corrupción que no quieren caer.

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