En el Perú existe una línea que nunca debe cruzarse. La política no toca los cuarteles, ni los cuarteles se prestan para hacer campaña. Pero parece que alguien no entendió el mensaje. George Forsyth, candidato presidencial de Somos Perú, exarquero de Alianza y de la selección, hijo de diplomático caviar y hoy político por insistencia, apareció vestido con uniforme militar en un acto oficial presidido por José Jerí.

Esto claramente no fue un error, sino un cálculo totalmente abusivo.  Según la ley peruana, un reservista solo puede usar uniforme en actos de servicio o con autorización expresa del Ministerio de Defensa. Forsyth no estaba de servicio, no tenía autorización, ni tampoco derecho a meterse hasta la tribuna oficial, de uniforme completo, mientras las Fuerzas Armadas rendían honores al Presidente de la República. Pero ahí estuvo. Uniformado, sonriente, en primera fila, y en campaña.


¿Está Forsyth usando al Ejército como una escenografía para su candidatura? Lo grave no es solo la falta, sino el precedente de un político buscando votos disfrazado de soldado.

Y así, en pleno proceso electoral, aparece el rumor más inquietante. Que la cercanía de Forsyth al Ejército no sería solo simbólica, sino parte de un supuesto rol como intermediario en una oferta de armas. Que con esa “comisión” financiaría buena parte de su candidatura. Pero cuando un candidato con historia deportiva, y no exactamente técnica o militar, aparece uniformado sin permiso, en un evento de Estado, en plena campaña, los rumores no se inventan, se alimentan solos.

Forsyth no es de cualquier tienda política, es de Somos Perú, dirigido por Patricia Li, una lideresa con sentencia por peculado, denuncias por manejo irregular de fondos y un historial que derrumba cualquier discurso anticorrupción. Un partido que hoy funciona como estructura piramidal cerrada, donde Patricia Li decide, mueve, acomoda y controla. Una presidenta con una sentencia confirmada por la Corte Suprema, con denuncias de nepotismo (su hermana es técnica parlamentaria sin título oficial), con procesos vinculados a evasión tributaria y con un manejo interno cuestionado por vertical, hermético y poco transparente.

Y así, Forsyth será “su” candidato. El candidato de un partido cuyos problemas judiciales no caben en un solo titular.

El Presidente Jerí debe estar atento ya que Forsyth estuvo uniformado en un acto donde solo él recibe honores militares plenos. Así lo dice la ley, los reglamentos, el Ceremonial del Estado, y el sentido común.  Los militares no se usan como utilería política. 

Forsyth se presenta como “renovación”, pero lo que muestra es improvisación. Y, ahora, un peligroso coqueteo con las Fuerzas Armadas en pleno año preelectoral. Perú ya sufrió lo suficiente con los políticos que usan instituciones del Estado para ganar poder. No necesitamos más.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *